CRISIS Y MICROCRÉDITOS ¿CÓMO ESTÁ AFECTANDO?

Os dejamos un interesante artículo de Jorge Berezo de Oikocredit sobre la crisis y los microcréditos.

El microcrédito ha sufrido un formidable auge en los países empobrecidos en los últimos años. A pesar de no estar exentas de controversia, las microfinanzas se han consolidado como una realidad cada vez más presente y extendida que está ayudando al desarrollo económico de las personas y comunidades más pobres en estos países.

Pero la crisis financiera y económica que se ha extendido como la pólvora desde finales de 2007 y, particularmente, desde septiembre 2009 tras la caída del banco de inversión Lehman Brothers tiene una dimensión planetaria y, con mayor o menor efecto, ha hecho llegar un halo de incertidumbre a todas las actividades económicas y productivas. Las microfinanzas no son una excepción.

Es repetido por la mayoría de los expertos que la crisis se está manifestando con retraso y con menos virulencia en los países empobrecidos. Es obvio que la economía de estos países está tan deteriorada y sus estructuras económicas son tan incipientes que no son tan dependientes de que el mercado financiero ofrezca amplia liquidez y tasas de interés competitivas. La economía de estos países se basa en gran medida en el comercio para consumo interno de bienes de primera necesidad, Por esa razón las turbulencias financieras exteriores no son capaces de reducir la demanda interna de estos bienes (alimento, ropa…) y sólo afectan masivamente a lo relacionado con la producción de materias prima a gran escala para la exportación.

Por ello muchas voces claman que la verdadera crisis para los países del sur fue la crisis alimentaria de finales de 2007 y principios de 2008 provocada fundamentalmente por la inversión especulativa en los mercados de materias prima de aquellos inversores que se alejaban de los mercados financieros ante los primeros síntomas de crisis en estos mercados. Aquella crisis alimentaria sí que fue una verdadera ignominia que se llevó por delante la vida de millones de personas. La crisis en su manifestación actual está siendo mucho menos dañina, en general, para los países empobrecidos, pero puede ser mucho más larga.

En este contexto y a pesar de que el impacto es ciertamente menor en comparación con los países más desarrollados, la crisis está haciendo acto de presencia en los países del sur reduciendo el crecimiento de su PIB (ej. Perú) o incluso llegando a la recesión (ej. Ecuador). El frenazo en la economía tiene el mismo efecto directo que en el resto de países: destrucción de empleo.

La destrucción de estos empleos conduce a que muchas personas sean arrojadas a la economía informal, esa economía sumergida de pequeña escala que ayuda a sobrevivir a las personas más desfavorecidas. La economía informal es el sustrato del microcrédito porque las personas que trabajan en ella difícilmente tienen acceso a crédito dentro de la banca convencional y deben recurrir a las entidades microfinancieras para captar capital que les permita expandir sus negocios o al menos que estos negocios sobrevivan. En este sentido parece que la primera derivada de la crisis es un aumento de la demanda de microcrédito.

Pero simultáneamente a este incremento de la necesidad de microcrédito se está empezando a registrar un ligero aumento de la morosidad. Nadie es ajeno a la crisis y muchos microempresarios también están pasando dificultades en sus pequeños negocios que les obliga a retrasarse en sus pagos. Los últimos años de bonanza económica había reducido la morosidad de las entidades microfinancieras hasta niveles cercanos al 1 ó 2% en muchos casos pero en los últimos meses se ha visto crecer esta morosidad hasta el 3 ó 4%. Estos ratios de morosidad siguen siendo muy razonables y permiten la sostenibilidad económica de las entidades de microfinanzas pero también es cierto que obliga a permanecer alerta ante una posible evolución negativa del contexto.

Este deterioro de sus carteras de préstamo hace que muchas entidades microfinancieras se muestren muy prudentes y ralenticen sus planes de inversión y expansión, a pesar de la creciente demanda de crédito. Otro de los factores de frenazo en la expansión del microcrédito es también la paulatina retirada de la inversión extranjera en microcrédito por parte de bancos comerciales (lógico en la situación de contracción de liquidez a nivel global) e incluso por agencias de cooperación internacional. Esta retirada de fondos puede revertirse en los próximos meses si el crédito interbancario vuelve a fluir porque el microcrédito está demostrando ser una inversión más segura que muchas otras inversiones pero es probable que, una vez más, esta inversión se vuelva a quedar en las organizaciones microfinancieras más desarrolladas y que no llegue a aquellas más pequeñas, a las que están dando sus primeros pasos o las que están situadas en áreas rurales y que, por tanto, tienen más dificultades para alcanzar la sostenibilidad económica.

En resumen, las microfinanzas son más necesarias que nunca para vadear la dramática situación de crisis económica que vivimos y que no es ajena a los países menos desarrollados económicamente. La creciente demanda puede no verse suficientemente satisfecha porque el deterioro de la economía impone una gestión prudente de las instituciones microfinancieras y porque la sobreabundancia de fondos disponibles para microcrédito que se ha vivido en los últimos años ha tocado a su fin.

Es momento de prudencia pero también de sensibilidad con los más desfavorecidos y de hacer llegar más que nunca los fondos suficientes para que las pequeñas iniciativas económicas en comunidades de países del sur no se vean paralizadas por la ausencia de crédito. En Oikocredit estamos convencidos de ello y por eso durante 2008 hemos batido nuestro record de fondos prestados que se dirigen principalmente a organizaciones de microcrédito. Los proyectos que financiamos están demostrando ser fiables y contra todo pronóstico nuestra morosidad está incluso disminuyendo.

También sufriremos los efectos de la crisis. Es inevitable. Pero estamos comprometidos en mitigar estos efectos al máximo, mediante un exhaustivo seguimiento de los proyectos que reciben nuestros préstamos y manteniendo nuestro estilo de siempre; acompañar a los proyectos a dar un paso más sin dejarlos caer si existen otras opciones.

No es fácilmente previsible saber qué va a pasar en los próximos meses o años pero sí es momento ya de aprender las lecciones que nos deja esta crisis. Un sistema bancario complejo y perverso nos ha llevado a una situación de colapso económico planetario por la avaricia desmedida de grandes y pequeños inversores y de los directivos de los bancos, con la pasividad o connivencia de los organismos reguladores. Es momento de decir basta a este tipo de banca y no quedarnos sólo en la denuncia. Es momento de apostar de verdad trasladando nuestros pocos o muchos ahorro a la banca alternativa. Oikocredit puede ser una buena opción.