Huracanes, Gustav I

Amanecimos, como de costumbre a las 6 de la mañana. De todas formas no eramos de los más madrugadores, porque desde las 5 de la mañana, las voces se dejaban oír timidamente por toda la aldea de Arregy, un nuevo día se habre paso, al igual que lo hacen los primeros rayos de luz por la ventana. Mientras las Hermanas Lauritas comienzan el día con su oración matinal, un café para ir espavilando no viene mal, como dice la canción «doble de azúcar que la vida ya es bastante amarga«. Ya bien despiertos vamos a la escuela, con el fin de terminar de pintar una fenefa blanca en la que luego pintar el abecedario, los números y algún animal que otro.

 

De camino a la escuela comienzan a caer las primeras gotas, y una enorme sonrisa se dibuja en nuestras caras, después de todo se agradece trabajar a la sombra. Marcamos la zona a pintar con cinta de carrocero cogimos la pintura blanca y dejamos todo listo para comenzar a pintar. Llego la hora de desayunar y volvimos a casa. El desayuno estaba listo, y la radio encendida. Chicos parece que viene un huracán – nos hizo saber Agathe – Sube el volumen de la radio, aunque para lo que conseguimos entender. Se hace el silencio y solo somos capaces de mirar las caras de las hermanas para ver las expresiones de sus caras, e intentar dilucidar lo que se avecinaba. Se abrió paso una voz – Tranquilos muchachos, el huracán se llama Gustavo, parece que no viene con fuerza y predicen que no pasará hasta mañana– Un suspiro dejó entrever nuestro alivio. Pues para quien no ha vivido algo semejante todo es impredecible y cualquier noticia es alivio. Tras desayunar volvimos a la tarea, ahora la lluvia era más fuerte y a medida que íbamos pintando se notaba que el viento cogía fuerza. Cuando estábamos a punto de terminar la faena, llego Lina – Oigan he venido enviada en misión de rescatejajajaja, no podía ser de otra forma y una carcajada salio de nuestras bocas. La noche anterior fue noche de cine y tuvimos la fortuna de ver «lágrimas de sol» una película en la que trabaja Bruce Willis, se nos hizo un tanto extraño oír a la versión latina de dicho actor, y Lina vino en plan heroína imitando a Bruce, ( imaginaos a una monja que apenas supera 1´50 de estatura y que pesara 30 kg mojada haciéndose pasar por Bruce). – Bueno que me ha dicho Agathe que viniera a buscarles porque nos visita Gustavo – la verdad se me había olvidado que venía de camino el huracán.

Llegamos a casa, y acababan de dar las noticias, el huracán se adelantaba y pasaba esta misma noche. No me gusta que pase por la noche, no es bueno, porque a la gente le encuentra dormida y no esta en alerta, un ciclón es muy peligroso, uno tiene que estar atento, porque viene el agua, entra en casa y si uno tiene niños chiquitos tiene que despertarles, ui no no no no!! esto no puede ser, es muy peligroso, y ustedes no pueden salir, porque esta lluvia es muy peligrosa, esta lluvia da fiebre…– Agathe seguía murmurando, sin esperar que nadie la contestara.

Pronto comenzaron las primeras goteras fruto de la lluvia y del viento. Empezó el movimiento, baldes por aquí, baldes por allá. Cuando más o menos estaba todo cubierto, la casa enmudeció. Por un momento solo se oían las ramas de los árboles junto con el agua que bajaba por el camino que está cerca de la casa. Los baldes se llenaban, localizábamos nuevas goteras, y por la cabeza de todos estaba, «si la casa de las hermanas esta así no quiero ni pensar como están las demás», pero es tiempo de aguantar, es poco lo que se puede hacer, solo esperar. Llegó la noche, cenamos y fuimos a la cama, la lluvia aun no había cesado. La noche se hizo larga, se oían truenos, el viento que golpeaba en las hojas de los árboles y la lluvia que arreciaba con fuerza en el techo de zink.

 

Continuara