Haití vive de nuevo una profunda crisis económica y política. En abril miles de manifestantes protestaban violentamente en contra de la subida del coste de los alimentos. Los destrozos materiales han sido importantes: vandalismo, robos, agresiones…Las escuelas, los comercios, las gasolineras y hasta el aeropuerto han sido cerrados.(…)
La omnipresencia de los cascos azules de la ONU, más de 6000 soldados, es considerada por algunos como un ejército de ocupación. Sin embargo, es difícil imaginar el establecimiento de un mínimo de seguridad en el país sin esta colaboración no violenta.(…)
¿Qué hace la Iglesia en esta situación? El presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, solidario con su pueblo que sufre de hambre, ha hecho un llamamiento a favor de la paz y del respeto de las personas y de los bienes para evitar el aumento del número de víctimas inocentes. (…)
La acción de la iglesia se sitúa en varios niveles. En primer lugar, organiza la ayuda urgente a la población. Las parroquias, las congregaciones religiosas, las ONG y las asociaciones amigas extranjeras proveen de alimentos, medicinas y dinero. En Miami, donde viven 2000.000 haitianos, asociaciones como Amor en Acción representan una ayuda valiosa. En EEUU los haitianos son numerosos, y obispos y laicos luchan para poder acoger a los emigrantes que llegan en lanchas arriesgando sus vidas. Veinte haitianos han muerto estos días en las aguas infestadas de tiburones de las Bahamas. Los haitianos, a diferencia de los cubanos, aunque toquen tierra estadounidense, no tienen derecho a quedarse. La Conferencia Episcopal tiene equipos de trabajo en Washington para la defensa de los derechos humanos, y concretamente, de los emigrantes.
La obra de la Iglesia en Haití es inmensa en el campo de la educación, el desarrollo y la salud. Se trata de una influencia profunda y a menudo discreta y a largo plazo, pero fecunda para la evolución social del país. (…)
FR. Manuel Rivero, O.P.
Puerto Principe
Artículo aparecido en Vida Nueva